Pedrarias Dávila: desmontando la leyenda negra del conquistador olvidado

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Pedrarias Dávila: desmontando la leyenda negra del conquistador olvidado

Fecha de nacimiento: 1440
Fecha de defunción: 6 de marzo de 1531

Expedición a Orán y Bugía América Balboa Panamá Conquista del Perú Nicaragua

Durante siglos, la historia ha sido severa y profundamente injusta con la figura de Pedro Arias Dávila, conocido como Pedrarias. Para muchos, su nombre es sinónimo de crueldad, despotismo y codicia, una figura emblemática de la llamada “leyenda negra” que aún pesa sobre la conquista española de América. La imagen más extendida lo presenta como el cruel verdugo de Vasco Núñez de Balboa y como el despiadado gobernador de Castilla del Oro, responsable del sometimiento y exterminio de miles de indígenas.

Sin embargo, una lectura rigurosa y documentada de su trayectoria desmonta estos tópicos. La historiadora Bethany Aram, en su libro “Pedrarias. Leyenda negra frente a los documentos” (Editorial Marcial Pons, 2008), revisa con detalle fuentes primarias, cartas oficiales, testimonios judiciales y archivos reales para ofrecernos una imagen muy diferente: la de un hombre comprometido con el mandato real, moderado en sus acciones, protector de los pueblos originarios y notablemente ajeno al enriquecimiento personal.

Un nombramiento de confianza

Pedro Arias Dávila nació hacia 1440 en Segovia, en el seno de una familia noble. Su carrera militar y administrativa le convirtió en un hombre de confianza para la Corona. 

Con tan solo 16 años, Isabel la Católica le nombró contino de su casa con 30.000 maravedís de retribución anual. 

Hasta su nombramiento para pasar a Indias, la documentación nos asegura que Pedrarias estuvo sirviendo los intereses de la Monarquía tanto en las guerras que sostuvo con Granada y Francia como en las negociaciones que se mantuvieron con Portugal por diferentes motivos. Participó en la guerra de Granada junto con su hermano Juan Arias Dávila, futuro conde de Puñonrostro, encabezando su mesnada. 

En la conquista de Orán y Bugía (1509 y 1510), expedición organizada por el Cardenal Cisneros, Pedrarias tuvo un comportamiento heroico como coronel, que mereció por parte de la reina Juana una orla para su escudo de armas.

ACP PU (145-18): Copia autorizada de la real provisión de la reina Doña Juana concediendo al coronel Pedro Arias Dávila el escudo de armas que se contiene (Burgos, 12 de agosto 1512) 

Contrajo matrimonio con Isabel de Bobadilla, cuyo padre era hermano de Beatriz de Bobadilla, amiga íntima de Isabel la Católica elevada al título de Marquesa de Moya, que fue consejera de la reina mientras ésta vivió.

ACP PU (117-14c):  Capitulaciones matrimoniales acordadas para el matrimonio entre Pedrarias Dávila e Isabel de Bobadilla (16 de febrero de 1490)

En 1513, cuando el rey Fernando el Católico decidió organizar la primera gran expedición de colonización en tierra firme americana —lo que más tarde sería Panamá y Nicaragua—, eligió a Pedrarias como Gobernador y Capitán General de Castilla del Oro. La empresa era de enorme importancia estratégica y económica. Fernando invirtió más de 14 millones de maravedíes y organizó una flota de 19 buques y 1.250 personas, incluyendo mujeres y niños, lo que marcaba el carácter permanente y colonizador del proyecto.

La elección de Pedrarias no fue casual. En palabras del propio rey:

“...por vuestra mucha habilidad e grandísimo amor e voluntad que tenéis a las cosas del servicio de Nuestro Señor y nuestro”.

Desde el inicio, la documentación real nos muestra a un Pedrarias estimado, confiable y capaz. Lo que la historiografía posterior convertiría en tirano, era en realidad el hombre en quien el rey depositó uno de los encargos más grandes del momento.

La cuestión Balboa: mito, documentos y justicia

La ejecución de Vasco Núñez de Balboa ha sido el episodio más citado —y manipulado— en la construcción de la imagen negativa de Pedrarias. La leyenda cuenta que, movido por la envidia, el gobernador ordenó injustamente la muerte del "descubridor del Pacífico". Sin embargo, los documentos oficiales muestran otra realidad: Balboa había usurpado funciones, ocultado riqueza, maltratado indígenas y actuado reiteradamente al margen de la autoridad legal, llegando incluso a rebelarse contra el gobernador legítimo nombrado por el rey, Diego de Nicuesa y organizar su asesinato enviándolo a la mar en un barco destinado a hundirse, en mal estado, cargado de hierro y sin vituallas.

Cuando Pedrarias llegó al Darién en 1514, se encontró con una situación muy distinta a la que Balboa había descrito en sus cartas al Rey. No existían las fabulosas minas de oro prometidas, ni el supuesto paraíso indígena pacífico. Muy por el contrario: enfermedades, pobreza y tensiones marcaban la región.

Ya en su carta del 1 de enero de 1515 al rey Fernando, el tesorero de Castilla del Oro, Alonso de la Puente, admitía que 

“las minas que dixo Vasco Núñez que avya no las ay” y añadía que “40 leguas alrededor del Darién están andados todos los caciques y dieron todo el oro que tenían a Vasco Núñez y a los Christianos que después vinieron, de manera que de aquí a muchos años no se puede aver oro”. 

Junto a la falta de oro, el rápido fracaso de los nuevos asentamientos había minado la moral española, y el tesorero explicaba que “por la esterilidad de la tierra y enfermedades y poco remedio que han hallado en los caciques y ningund mantenimiento sino poco mahiz”.1

En los primeros meses de 1515 empezaron a llegar a Castilla las noticias del desastre. El 2 de agosto de 1515, es decir, sólo diez meses después de haber nombrado a Balboa adelantado y gobernador de dos regiones, el rey Fernando escribió al obispo Quevedo y al propio Balboa sendas cartas con frases del siguiente tenor:

“muchos descontentamientos de esa tierra dicen los que desde allá se han vuelto y algunos de los que allá están los escriben”. 

Y el rey exigió a Balboa que redactara sus próximos informes en presencia de dos o tres testigos de los hechos, lo que demuestra la gran desconfianza que ahora le despertaba Balboa. En la misma carta, el rey Fernando ordenó a Balboa que cualquier queja que tuviese la remitiese a Pedrarias, otro signo de desconfianza en el primero y de respaldo al gobernador. También ordenó al obispo Quevedo que utilizara su influencia en Balboa para que éste obedeciese a Pedrarias2. Estas dos cartas son importantísimas por cuanto reflejan, sin lugar a duda, cómo Balboa había perdido toda credibilidad ante el rey, que ya había descubierto su engaño.

Pero la desconfianza del rey hacia Balboa y su confianza en Pedrarias llegaron a su punto culminante a finales de 1515. En respuesta a una de las críticas más suaves del adelantado al gobernador, en carta fechada el 19 de diciembre de 1514, que el rey recibiría hacia mediados de 1515, el secretario real escribió al margen:

Que Su Alteza ha visto sus cartas y se ha maravillado mucho continuar tanto en el atrevimiento que tuvo de escribir a Su Alteza cosas tan ynciertas como ha escrito y escribe. Y que así por esto como por las cosas y delitos que cometió al tiempo que se entremetió en usurpar la gobernación de aquella tierra, Su Alteza enbia a mandar a su lugarteniente general que haga lo que del sabrá. Ojo: que se escriba a Pedrarias que esta le de después que la tenga a recabdo.”3

Este documento, inédito hasta que lo afloró Bethany Aram, junto con las mencionadas cartas del rey al obispo y a Balboa, dan un verdadero vuelco a toda la historiografía sobre la ejecución de Balboa. Prueban, sin género de dudas, que el rey, después de dejarse embaucar con las mentiras de Balboa sobre las riquezas del Darién, fue plenamente consciente del engaño y ordenó a Pedrarias hacer justicia. En todo caso, estas cartas pueden ser datadas hacia agosto de 1515. Lo que es digno de admiración es que, a pesar de estas instrucciones, que Pedrarias recibiría en los primeros meses de 1516, siguiera intentando atraerse a Balboa a la obediencia durante otros tres años, creyendo que incorporándolo a su propia familia podría asegurar su lealtad, lo que tampoco así fue posible.  

Decidido a consolidarlo como aliado y evitar futuras deslealtades, Pedrarias lo perdonó, le ofreció a su hija María en matrimonio y le cedió 300 hombres, además de los 60 que había traído de Cuba, para que acometiese la exploración del Mar del Sur, la expedición más deseada por cualquiera de los capitanes bajo el mando de Pedrarias.

El 2 de noviembre de 1516 Balboa recibió de Pedrarias, Quevedo y los oficiales el mandato, limitado a seis meses, para construir barcos y continuar “el descubrimiento” del Mar del Sur. Las dificultades con las que se encontró obligaron a Balboa a solicitar repetidas prórrogas de su mandato, que le fueron otorgadas hasta que, en enero de 1518, le fue concedida una nueva ampliación de cuatro meses adicionales, lo que a Balboa le pareció muy insuficiente. Al mismo tiempo le llegaron los rumores de que el rey había sustituido a Pedrarias por un nuevo gobernador, Lope de Sosa.

Seguiremos aquí, literalmente, al cronista Fernández de Oviedo pues fue uno de los pocos, junto con el propio Pedrarias, que pudieron estudiar los autos del proceso tramitado por el alcalde mayor Espinosa, y, sobre todo, porque siendo el gran enemigo de Pedrarias y el principal divulgador de la teoría de que la muerte de Balboa fue injusta y motivada por la envidia de Pedrarias, su versión de los hechos, en lo que beneficia a éste, no puede resultar sospechosa.

“Se concertó con Andrés de Valderrábano, e con el capitán Andrés Garbito, e Luis Botello e Fernán Muñoz, que se enviase a saber en Acla que nueva había de la venida del nuevo gobernador, e que si hubise venido gobernador, el mensajero tornase diciendo: Albricias! Albricias! Que el adelantado Vasco Núñez es gobernador de Tierra Firme. E le diesen ciertas cartas en que aparesciese que le iba el aviso dello…E que si este mensajero que había de ir a Acla no hallase nueva de la venida del nuevo gobernador, dijese que no había otro gobernador, ni nueva de él, sino Pedrarias Davila, e que estaba muy bueno e alegre en haber sabido del Adelantado Vasco Núñez, e que le enviaba la prorrogación que la había enviado a pedir”.4

Descubierto el complot, uno de los conspiradores, Andrés Garavito, confesó los hechos que relata Oviedo. El juicio fue tramitado por el alcalde mayor, Gaspar de Espinosa, que había sido nombrado por el rey y era, por tanto, independiente de Pedrarias. Balboa fue condenado por rebelarse contra el gobierno legal y preparar una expedición armada sin autorización, además de por otros crímenes cometidos antes de la llegada de Pedrarias, como fue la mencionada muerte del gobernador Nicuesa. La sentencia fue una condena a muerte, junto con tres de sus compañeros, y la única intervención del gobernador fue decidir que se ejecutase la sentencia sin más consultas o apelación a Castilla, que hubieran demorado la ejecución uno o dos años. La explicación de Pedrarias no carecía de fundamento, pues, en noviembre de 1514, Espinosa había solicitado instrucciones a la Corona referentes a la primera causa criminal que, por orden del rey, había abierto contra Balboa, y, en enero de 1519, aún no había recibido respuesta. 

Los hombres de Balboa que estaban preparando la expedición para explorar el mar del Sur eran sus subordinados y los más proclives a defenderle si entendían que se le trataba injustamente, como hicieron los de Almagro, que se vengaron de su muerte dando, a su vez, muerte a Francisco Pizarro. Pero, sorprendentemente, estos hombres de Balboa no sólo no protestaron por su procesamiento, sino que enviaron a Pedrarias cinco procuradores pidiéndole que se acelerara el juicio y que designara al propio juez, Espinosa, como jefe de la expedición en sustitución de Balboa. Como refleja el documento, parecían asentir en las acusaciones contra su jefe, incluyendo el “ausentarse” del servicio de Sus Altezas, el llevarlos a todos a la fuerza y el empleo por Balboa de tácticas dilatorias, y pedían que se abreviara el proceso para que el propio juez Espinosa se pusiera al mando de la expedición.

A través de los memoriales de méritos de los hombres que estuvieron con Balboa en 1518, o en Acla a comienzos de 1519, Bethany Aram ha investigado los testimonios de 105 personas que fueron testigos directos de los hechos y ninguno recordó protestas

por su ejecución. Solamente cinco hicieron alusión a la muerte de Balboa y ninguno la calificó de injusta ni hizo valoración moral sobre la misma.

El rey Carlos, al ordenar el embargo de los bienes de Balboa y encargar, el 16 de agosto de 1519, precisamente a Gonzalo Fernández de Oviedo, la recaudación de éstos y su entrega al tesoro público, estaba, obviamente, refrendando la ejecución de éste. 

Ni Oviedo ni Las Casas, los grandes detractores contemporáneos de Pedrarias, se lamentaron de la ejecución de Balboa y la interpretaron como merecida retribución por sus pecados. Las Casas escribió: 

“Acabó la vida de Vasco Núñez de Balboa, que tanto trabajó de aumentar los señoríos del rey, como él dijo, matando y destruyendo aquellas gentes, con tan ignominiosa muerte, al tiempo que más esperaba subir”.5

Para Oviedo, Balboa

“pagó la muerte del capitán Diego de Nicuesa; por la cual e por otras culpas permitió Dios que hubiese tal muerte”. 

Por supuesto que no hubo ningún cuestionamiento ni reproche por parte de cualquier autoridad sobre el proceder de Pedrarias sino, más bien al contrario: su nuevo nombramiento como gobernador de Castilla del Oro el 7 de septiembre de 1520. 

La acusación a Pedrarias de "envidia" surgió dos años después, en 1521, cuando el hermano mayor de Balboa, Gonzalo, —quien nunca había estado en América— reclamó los bienes de Vasco y afirmó que su muerte había sido injusta. Esta versión fue retomada posteriormente por cronistas como Fernández de Oviedo, aunque él mismo había documentado la rebelión de Balboa.

El supuesto exterminador de indígenas

Otra de las acusaciones que más han empañado su nombre es la de haber promovido la esclavitud y el exterminio de los indígenas. Esta visión, sostenida por muchos historiadores del siglo XIX y XX, ha sido desmontada por la documentación analizada por Aram. Pedrarias no solo no promovió la esclavitud, sino que intentó limitarla dentro de los márgenes legales que la propia Corona imponía.

A su llegada al Darién, Pedrarias suspendió las órdenes de trabajo forzado, prohibió a sus hombres tomar mujeres indígenas y ordenó fundar nuevos asentamientos con criterios orientados a la mayor protección de los indios y pacificadores. El trato a los caciques era respetuoso: los recibía con regalos, les ofrecía alianzas y les garantizaba protección. En muchos casos, se registran testimonios que afirman que indígenas se trasladaban para verlo y presentarse voluntariamente. Organizó procesiones, instaló cruces y explicó a los caciques la doctrina cristiana con respeto. Según las actas, él mismo enseñó a los niños indígenas a santiguarse, en un acto simbólico de integración.

La documentación demuestra que a lo largo de sus 17 años de gobierno, Pedrarias dictó ordenanzas protectoras para las comunidades indígenas, estableciendo que los encomenderos debían proporcionar ropa, alimentos, atención médica y enseñanza cristiana. Se prohibieron castigos físicos, y se fijaron multas y penas para quienes golpearan o abusaran sexualmente de indígenas. Un español que asesinase a un indio sería condenado a muerte, “ni más ni menos que si matase a otro Christiano”; los españoles que violasen a mujeres nativas serían multados, azotados y exiliados.6

Pascual de Andagoya declaraba en 1527, como testigo en el juicio de residencia de Pedrarias, que éste

“avía mucho henojo e reñía con sus criados” cuando éstos maltrataban a los nativos.7

Tras la muerte de Pedrarias, varios testigos confirmaron que, bajo su mandato, la obligación de vestir, alimentar y cuidar a los nativos asignados en encomienda era “cosa pública e notoria” y que el gobernador “mandaba e amonestaba a todos que tratasen muy bien a sus indios”.8

En 1522, el nuevo alcalde mayor nombrado por el rey, Hernando de Selaya, asignó a Pedrarias en encomienda varios territorios que incluían Utoque, donde doce indios habían sido “justamente” esclavizados, pero el gobernador los devolvió como libres a su poblado con el fin de mantener la paz con su cacique.9

Durante el primer viaje de Pedrarias a Nicaragua en 1526, la celebración de la Semana Santa coincidió con la visita de la expedición a la isla de Chira, en donde se encontró, inesperadamente, ante la evidencia de sacrificios humanos. El gobernador explicó

“que aquello hera malo, que Dios no lo quería que los matasen ny el Emperador, nuestro señor, mandaba a los Christianos que los matasen, antes que les hiziesen mucha honra. E que de aquí adelante no lo fisyesen ni usasen dello porque Sus Magestades serían de ello deservidos y él habría mucho enojo y su señoría los castigaría en su real nombre sy tornasen a fazer los dichos sacrificios a los dichos ydolos”.10

Pedrarias aclaró que, aunque por ley estaba obligado a mandar matar a todos los nativos que hubiesen cometido sacrificios humanos, perdonaba a los de Chira por el afecto que sentía hacia ellos11. Una respuesta tan compasiva contrasta con la ejecución sumaria decretada por Balboa en 1513 de los nativos que vestían como mujeres. 

En el ya citado juicio de residencia al que se sometió Pedrarias en 1527, declaró que

“señaló para sí al dicho cacique de Pocorosa en el capítulo contenido, …porque el dicho cacique de Pocorosa entonces estaba aún de guerra y era el cacique más malo y de más mala gente que había en toda la tierra, porque este fue el que destruyó el pueblo de Christianos que se hizo y pobló en su tierra que se llamó Santa Cruz, y este cacique mató a todos los Christianos pobladores y quemó dos mujeres Christianas vivas e hizo otras muchas crueldades. Y porque nadie no lo quería por ser tan rezio y tan malo de sojuzgar, lo tomó el dicho gobernador para sí y después lo pacificó y lo reduxo al servicio y evidencia de Su Alteza, y le perdonó y hizo muy buen tratamiento ...” 12

En este mismo juicio, Pedrarias llegó a ser acusado por el regidor de Panamá, Juan de Velasco, de ser excesivamente tolerante con los indios al negarse a ejecutar a varios acusados del asesinato de cristianos, y éste y otro regidor, Juan de Castañeda argumentaron que Pedrarias debería haber aplicado un castigo más severo al cacique de Pocorosa. 13

Pedrarias fue nombrado gobernador de Nicaragua el 16 de marzo de 1527. Unos días después, el 2 de mayo, el rey designó al clérigo, Diego Álvarez Osorio, para el cargo de “Protector e defensor de los Indios” en la provincia de Nicaragua, con jurisdicción sobre los asuntos que involucrasen a nativos y españoles. Como era previsible, el protector de los indios había de entrar en conflicto con los colonos que pretendieran abusar de ellos. La actitud de Pedrarias en defensa y apoyo permanente a Álvarez Osorio dice mucho sobre su política respecto de la población nativa. En vez de incomodarse por el poder judicial concedido a éste, Pedrarias cooperó con él para cortar los abusos; los dos colaboraron para aprobar la regulación de las encomiendas que obligaba a que un cristiano viviera en cada comunidad de indígenas para dar testimonio de cualesquiera “daños e deshonores e mal tratamiento” cometidos contra ellos, de modo que los autores pudieran ser castigados14. Aunque se aceptaba el testimonio en juicio de los nativos, Álvarez Osorio dispuso que hubiera testigos cristianos para dar más solidez a sus sentencias y que pudieran ser recurridas ante la Corona15. Además de liberar a nativos esclavizados injustamente, el protector defendió el derecho de los indígenas a contraer matrimonio con cristianos.16

Pedrarias quedó tan entusiasmado con el trabajo del protector, que pidió al emperador que le concediese jurisdicción exclusiva sobre los asuntos que afectaban a los indígenas y que le nombrase obispo de Nicaragua: 

Visto el buen zelo con que el protector ha entendido y entiende en lo que toca al buen tratamiento de los Yndios y su conversión, que es lo que más V. Mt. me ha encargado y encarga a todos, y el fruto que ha hecho su salida a visitar la tierra, paréceme que V. Mt. Debe mandar que no entienda otro en esto de los Yndios sino él y favorecerle porque su buen propósito debe servir a V. Mt. Lleve adelante, y mandarle proveer de obispado destas partes e provincias de Nicaragua por el buen ejemplo que de sy, asy en el servicio de la iglesia como en todo lo demás que toca al servicio de V. Mt., pues cabe en él y conviene a vuestro real servicio que se provea persona que tenga obediencia a la justicia y que sepa y entienda las cosas destas partes.” 17

El gobernador y el protector intentaron evitar estos abusos. Por carta dirigida al emperador el 27 de septiembre de 1529, Pedrarias informaba de “El gran daño que recibe la tierra en el rescate de los esclavos” y de que, juntamente con el protector, habían reunido a los caciques de Nicaragua para pedirles que no cedieran como esclavos a sus propias gentes: 

“Porque ha parecido que hazen dezir a algunos indios libres que digan que son hijos de madre esclava por contentar a sus amos. Y esto es un gran cargo de conciencia y destrymiento del reyno y poco provecho en la hazienda real de V. Magestad. Yo no he osado vedar el rescate de los esclavos ni los oficiales de V. Magestad porque toca su real hazienda sin su real licencia y mandado.”  18

Dos meses después, el 25 de noviembre de 1529, el gobernador se dirigió de nuevo al emperador para decirle que había reunido a los caciques indígenas en su propia casa, en presencia del protector, del alcalde mayor, alcaldes ordinarios y un escribano, y 

 “les hize entender y mandé con lengua que entiendan que no diesen en rescate ningund indio que no fuese esclavo, hijo de madre esclava, porque todos los otros eran libres”.

No se sabe si esta carta tuvo alguna influencia en la actuación posterior de la Corona, pero el caso es que un año después, el 25 de enero de 1531, la emperatriz Isabel, en nombre de Carlos V, ilegalizó formalmente la esclavitud en Nicaragua. Tampoco sería Pedrarias quien solicitara y consiguiera, cuatro años más tarde, que se revocara esta prohibición y se permitiera que se continuara con la práctica del tráfico de esclavos en Nicaragua.

Un gobernador generoso que no se enriqueció

Si algo sorprende al estudiar los archivos es que Pedrarias —al contrario de Cortés, Pizarro o Almagro— no acumuló riqueza durante sus años de gobierno. A su muerte, en 1531, no dejó fortuna en América. Había invertido sus propios recursos en mantener la administración, financiar el descubrimiento y explotación de minas, y sostener la fundación de ciudades. 

Aunque segundón de la casa de Puñonrostro, había heredado en Castilla una importante fortuna de su tío, el obispo Juan Arias-Dávila, con la que constituyó su propio mayorazgo. En América, después de 17 años de gobernación en Castilla del Oro y en Nicaragua, no dejó a su muerte más que unas cabañas de ganado que su viuda entregó a su hija Isabel como dote para su matrimonio con Hernando de Soto y que éste vendió por la cantidad de 9.000 ducados. Para hacernos una idea de lo que esto representaba, el propio Soto declara que su fortuna personal era superior a 60.000 ducados, y no se trataba de un conquistador de primera fila. 

Pocos meses después de su llegada al Darién, Pedrarias invirtió una parte de sus ingresos como Capitán General en la construcción de un hospital para los pobres y enfermos de este territorio19

El nuevo alcalde mayor del Darien, nombrado por el rey en 1522, declaraba que Pedrarias gobernó 

gastando mucha parte de su hazienda por servicio de su rey, como muy buen caballero, leal servidor e criado que ha sydo de la casa real” . 20

Pedrarias dio pruebas de sacrificio personal en beneficio del proyecto colonizador de la Corona hasta el punto de renunciar a su salario en 1526 y ordenar a sus oficiales que siguieran su ejemplo; de hecho, mantuvo efectiva esta renuncia hasta su muerte en 1531. 21

El anterior maestrescuela de la catedral de Santa María de la Antigua, Fernando de Luque, en carta a la viuda Isabel de Bobadilla, da información que acredita la pobreza en que murió Pedrarias y cómo había incurrido en deudas para invertir en sostener a Nicaragua y en buscar minas, y ello sin cobrar su salario durante los seis últimos años.

La historiadora Bethany Aram califica de “leyenda dorada de Pedrarias como un padre benefactor” la que resulta del juicio de residencia de Pedrarias que se celebró en Nicaragua en 1536, dirigido por el alcalde mayor Gregorio de Ceballos, en un sumario secreto “por sy solo e syn entender en ello el señor gobernador, Rodrigo de Contreras”. 22

Prácticamente todos los criados de Pedrarias habían marchado de Nicaragua después de su muerte, ocurrida cinco años antes. Durante la investigación de Ceballos, 15 testigos respondieron a 33 preguntas sobre la conducta de Pedrarias, y, además, trataron otras cuestiones al margen de estas preguntas. 

Un vecino de Granada, Luis de la Roca, enlazó el paternalismo del gobernador con su forma de impartir justicia, declarando:

“que el dicho gobernador ponía dineros de su casa para concertar algunos que ante él litigavan, e esto lo vio hacer hartas veces porque los trataba a todos como a hijos, e que esto es público e notorio.” 23

Otro vecino de León, de sesenta y tres años, coincidía en “quel dicho gobernador socorría a muchos de su propia hazienda quando veía que tenían necesidad.” 24

Al describir la paternal solicitud del gobernador, la mayor parte de los testigos hicieron referencia a su generosidad. Preguntado sobre si Pedrarias había aceptado o no sobornos, Miguel Lucas, vecino de León, contestaba que lo recordaba como un 

“buen Christiano e themeroso de Dios e de su conciencia, que antes ayudava de su casa e fazienda a los que sentía que tenían necesidad que no él tomase cosa que no deviese”.  25

En el mismo sentido, afirmaba Juan de Charres que Pedrarias había sido

“muy buen cavallero e buen Christiano, e antes él daba de su hazienda para socorrer las necesidades de los vezinos que no llevar el ynterese de nadie ynjustamente”.  26

Algunos llegaron a relacionar la abundancia de colonos en Nicaragua con la solicitud del gobernador, como Mateo Lozano, vecino de León, quien testificó que

“El dicho gobernador de continuo fazía buenos tratamientos a los vecinos e conquistadores e los tenía como a hijos, por lo cual veía este testigo que la tierra estaba más poblada de Españoles e gente noble más que está agora”27

El legado olvidado (1): PEDRARIAS, PROPULSOR DE UNA COLONIZACIÓN CIVILIZADORA 

Es interesante distinguir, en esta primera etapa de la conquista, a los aventureros, que sólo buscaban enriquecerse con dinero y ascenso social, de los verdaderos oficiales al servicio de la Corona, como lo fueron Pedrarias y los virreyes y gobernadores enviados durante la fase de consolidación de la conquista, como Antonio de Mendoza a Nueva España y Pedro de La Gasca a Perú. 

La incorporación de los nativos o su abandono, explotación o exterminio constituye la piedra de toque que distingue el modelo civilizador del depredador. La fundación de hospitales, iniciada ya por Pedrarias, de universidades y colegios, la construcción de iglesias, la elaboración de gramáticas de las lenguas indígenas y el respeto a los matrimonios mixtos constituyen evidencias de la realidad de la política imperial de España en América.

Se puede decir que Pedrarias fue uno de los que inició este enfoque e intentó reconducir el objetivo inicial de la Corona. En palabras de la historiadora Bethany Aram: “El gobernador también intentó instruir al rey Carlos. En abril de 1519, desde Acla,  

“Estos reynos, muy poderoso señor, ni otra tierra ninguna que se comience nuevamente a poblar, ni otra cualquier hacienda de cualquier calidad o condición que sea, por muy provechosa que se espere ser, hasta que esté acabada e puesta en orden no puede rentar y dar fruto; antes quanto mayor fuere y de más calidad, más costa e gasto requiere.”  28

Esta carta describe de forma muy sintética la política de colonización civilizadora frente a la de explotación depredadora. 

En la misma idea insistía Pedrarias en su escrito de respuesta a las acusaciones de Oviedo en su juicio de residencia de 1527:

“e las tierras que nuevamente se pueblan siempre avía de aver dineros de Su Alteza depositados para ayudar e socorrer a los pobladores y hacer las yglesias y caminos y hedificios públicos e favorescer la tierra, e a los pobladores socorellos para començar a criar a cimentarse, que sin esto no solamente una casa o heredad por pequeña que sea no se puede hacer ni criar sin que primero ya gasto en ella.”  29

Pero no fueron sólo palabras. Pedrarias puso esta política en práctica, y veremos algunos ejemplos. A finales de 1516, repuesto Pedrarias de su larga enfermedad, encabezó personalmente un grupo de 350 hombres al puerto de Acla, insistiendo en la colonización estable de la región más que en el botín. En anteriores expediciones, los soldados habían buscado sobre todo esclavos y oro, con el fin de enriquecerse y regresar a Castilla, de modo que, en palabras del tesorero Alonso de la Puente, “hablalles de poblar es tocar en el Espíritu Santo” 30. Ya vimos anteriormente como el propio Las Casas tuvo que reconocer que, en Acla, Pedrarias “era el primero que a los trabajos ponía la mano, por lo cual todos los que con él quedaron a hacer lo mismo se animaron” Y también vimos cómo, pocos meses después de su llegada al Darién, Pedrarias invirtió una parte de sus ingresos como capitán general en la construcción de un hospital para los pobres y enfermos de este territorio. 

Antes de fundar Panamá, Pedrarias instruía al alcalde mayor Gaspar de Espinosa:

“Para sustentación e fundamento del pueblo questa fecho e se hace, la principal cosa e más necesaria que es menester, son los bastimentos para los vecinos e pobladores del, e lo que con más diligencia e solicitud se debe proveer para que tengan de comer fasta en tanto que lo fagan e siembran en el dicho pueblo e de indios, porque sin ellos agora de presente no podrían los Cristianos labrar ni facer sus estancias en que vivir” 31

El maestrescuela Fernando de Luque, en la carta ya mencionada a la viuda de Pedrarias, Isabel de Bobadilla, comentaba 

“lo mucho que debe y gastó en sostener a Nicaragua y buscar las minas que agora son y tiene muy ricas Nicaragua.” 32

Legado olvidado (2): LA INCORPORACIÓN DEL PACÍFICO A EUROPA.

El otro importante legado de Pedrarias, desde el punto de vista geoestratégico, fue la incorporación del Pacífico a Europa. Lo que realizó Balboa cuando, buscando oro, llegó en 1513 al Mar del Sur; pero Balboa no tenía un interés geográfico ni misionero, no buscaba nuevas vías de comunicación, y, de hecho, no exploró ni colonizó nada en el Pacífico, aunque sólo fuera porque su espíritu levantisco acabó con su carrera y con su vida. Como escribe la historiadora Aram:

“Fueron las noticias sobre el precioso metal, más que la búsqueda de alimentos o un interés por la geografía, las que condujeron a Balboa y a sus compañeros hasta el océano Pacífico en 1513. El avistamiento del Pacífico, un hecho extraordinario y admirable, permitiría su descubrimiento y exploración en nombre de la Corona.” 33

Como apuntó Gonzalo Fernández de Oviedo, “con verdad ninguno se puede llamar descubridor, sino continuadores del descubrimiento a que don Cristóbal Colón dio principio y fundamento” 34. También cabe recordar que los comerciantes portugueses ya habían alcanzado el océano Pacífico desde Asia. 35

Pedrarias quien primero realizó este sueño fundando en el Pacífico la ciudad de Panamá, en el Atlántico el puerto de Nombre de Dios y construyendo el denominado “Camino Real” que, atravesando las sierras, unía un puerto con otro. Y esta ruta, con la sustitución más tarde de Nombre de Dios por Portobello, sirvió durante dos siglos y medio - hasta la su decadencia a finales del siglo XVIII y la construcción del ferrocarril a mediados del siglo XIX - como principal vía de comunicación, junto con la ruta Acapulco-Veracruz, de Europa, África y Oriente Medio con Perú, Ecuador, Chile, California y Filipinas, por citar sólo algunos países.

Conviene recordar también aquí los documentos referidos arriba sobre la atribución del descubrimiento del Pacífico: el nuevo alcalde mayor del Darién en 1520, Juan Rodríguez Alarconcillo, explicaría al rey Carlos que entre los méritos de Pedrarias 

“que aviéndose descubierto por Pedrarias como se descubrió lo del Mar del Sur”. 36

Pero es que cuatro años más tarde, fue el propio emperador Carlos quien informó a su embajador en Roma, el Duque de Sesa, de que Pedrarias

“y otros por comisión suya descubrieron la otra mar que llaman del Sur, en la qual, con la gracia y ayuda de Nuestro Señor, se han poblado y hedificado algunos pueblos de cristianos”. 37

Espinosa, y no Balboa, sería quien recibiría del rey el derecho a un escudo de armas por “descubrir” hasta 550 leguas (3.064 kilómetros) de costa a lo largo del mismo océano bajo las órdenes de Pedrarias. Es claro que la Corona asociaba a Pedrarias y a su capitán Espinosa, más que a Balboa, con el descubrimiento del Pacífico

Conclusión

LA CORONA RESPALDÓ SIEMPRE A PEDRARIAS

El hecho de que la Corona mantuviera a Pedrarias como gobernador durante diecisiete años, hasta su fallecimiento, debería hacer reflexionar a los historiadores. Si la contradicción es flagrante: si la Corona buscaba principalmente la protección y evangelización de los indios, ¿por qué mantendría en su cargo de gobernador durante diecisiete años, reiterando por tres veces su nombramiento, a un tirano, atrabiliario y genocida? ¿Apoyaba la Corona las supuestas fechorías de Pedrarias o éstas eran fabulaciones de unos cuantos influyentes enemigos del gobernador? 

El respaldo de la Corona a Pedrarias fue permanente. El 7 de septiembre de 1520 fue nombrado de nuevo gobernador de Castilla del Oro. Años más tarde, informado de que Gil González Dávila y Gonzalo Fernández de Oviedo conspiraban contra él, pidió al emperador, en abril de 1525, que nombrase un juez imparcial y la licencia para retirarse a Castilla. Aceptando su solicitud de cese, en agosto de 1525, el emperador nombró a Pedro de los Ríos nuevo gobernador de Castilla del Oro. Doce meses después, el 16 marzo de 1527, el emperador Carlos nombró a Pedrarias gobernador de Nicaragua, y ordenó que se le devolvieran las encomiendas de Castilla del Oro, de las que el nuevo gobernador le había desposeído, y que se pusieran a disposición de su esposa, Isabel de Bobadilla, habitaciones para su residencia en la Corte.38 Entre el 11 de marzo y el 4 de abril de 1531, sin conocer que Pedrarias había ya fallecido, en reconocimiento de sus servicios y los de su esposa, la Emperatriz Isabel le otorgó una serie de mercedes. Finalmente, el 24 de diciembre de 1531, la Corte tuvo noticias del fallecimiento del gobernador.

Su figura ha sido injustamente eclipsada por una historiografía romántica iniciada en el siglo XIX, por escritores como Manuel José Quintana, Washigton Irving o Ángel Altolaguirre, que intentaron crear un héroe de un personaje como Vasco Núñez de Balboa haciendo de Pedrarias un tirano. Mientras otros conquistadores han sido ensalzados a pesar de su brutalidad, Pedrarias ha sido denostado incluso en aquellos aspectos donde actuó con mayor humanidad, cautela y visión institucional.

La investigación de Bethany Aram pone de manifiesto la necesidad de revisar nuestros relatos históricos, especialmente aquellos sostenidos sobre repeticiones acríticas. Pedrarias no fue un mártir al servicio de una causa, sino un hombre leal a la corona que intentó moderar la codicia de muchos colonizadores, pero respetando siempre las instrucciones del rey.

El caso de Pedrarias Dávila es un ejemplo paradigmático de cómo la historia puede ser injusta con sus protagonistas. Las acusaciones que han empañado su nombre —el asesinato de Balboa, el exterminio de indígenas, la avaricia desmedida y el despotismo— se desmoronan ante el análisis objetivo de los documentos guardados en los archivos. Su historia nos invita a mirar más allá del relato fácil, a cuestionar los mitos y a valorar la complejidad de los procesos históricos.

La recuperación de su figura no implica exculpar los abusos del colonialismo, sino hacer justicia con quienes fueron injustamente condenados por la simplificación del pasado. Pedrarias fue un gobernador firme pero justo, un militar leal a la Corona, y un administrador que antepuso el interés público a su propio beneficio. Su biografía, leída desde los documentos y no desde la propaganda, merece ser contada y, sobre todo, reevaluada.

Referencias Bibliográficas

  • 1 AGI, Patronato 26, R. 7, N.1(b), Alonso de la Puente al rey Fernando (extracto), 1 de enero de 1515.
  • AGI, Panamá 233, L. 1, ff. 184v-185 y 186-186v, el rey Fernando a Quevedo y a Balboa, 2 de agosto de 1515.
  • AGI, Patronato 26, R. 7, N. 2(a), Balboa al rey Fernando (extracto) incluyendo la respuesta del Rey, 19 de diciembre 1514.

  • Fernández de Oviedo, op. cit., Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, III pg. 254-255.

  • 5 Las Casas, Historia de las Indias, op. cit. III, p. 87.

 

  • María del Carmen Mena García, “La Autonomía Legislativa en Indias: La Leyes de Burgos y su aplicación en Castilla del Oro por Pedrarias Dávila”, Revista de Indias, XLIX, núm. 186, 1989, pp. 283-353.
  • 7 GI, Justicia 359, N. 2, R. 2, f. 76, testimonio de Pascual de Andagoya, 21 de febrero de 1527.
  • 8 AGI, Justicia 1043, “Probanza de Pedrarias Dávila en el pleito que trata con Pedro de los Ríos”, 18 de febrero de 1533.
  • 9 AGI, Patronato 193, R. 12, N. 1, ff. 3v-4v” Declaración del lic. Fernado de Selaya, alcalde mayor, acerca del repartimiento de Pedrarias Dávila”, 13 de diciembre de 1522. 

  • 10 ACP, 90-3b, y AGI, Justicia 359, N. 2, R. 3, ff. 285-287v, Actas en la Isla de Chira, 16-25 de marzo de 1526.

  • 11 ACP, 90-3b, y AGI, Justicia 359, N. 2, R. 3, f. 285v, Actas en la Isla de Chira, 16-25 de marzo de 1526.

  • 12 ACP, 145-7, “lo que respondió a los capítulos de Oviedo” s.f.c.1527.

  • 13 AGI, Justicia 359, N.2, R.2, ff.37 y 67, testigos de Juan de Castañeda y Juan de Velasco, concejales de Panamá, 14 22 de febrero de 1527.

 

  • 14 AGI, Patronato 180, R. 27, N. 1, f. 510, capítulo copiado de las ordenanzas de Pedrarias en León, 27 de marzo de 1529.
  • 15 AGI, Patronato 231, R. 27, N. 1, proceso y sentencia contra Rodrigo Núñez, 19-24 de marzo de 1529.
  • 16 AGI, Patronato 180, R. 27, N. 1, ff. 509-511, sentencias de Diego Álvarez Osorio, Protector de Indios, 20 de agosto de 1528, 5 y 19 de febrero de 1529.

  • 17 ACP, B-10n, Pedrarias al emperador Carlos, 27 de septiembre de 1929.

  • 18 ACP, B-10n, Pedrarias al emperador Carlos, 27 de septiembre de 1929.

  • 19 AGI, Justicia 359, N. 2, R. 3, ff. 335-336, “Donación de Pedrarias de sus dos partes de la cavalgada e entrada de Bartolomé Hurtado”, 8 de marzo de 1515.

  • 20 AGI, Patronato 193, R. 12, N. 1, ff. 3v-4v, “Declaración del lic. Fernando de Selaya, alcalde mayor acerca del repartimiento de Pedrarias Dávila”, 13 de diciembre de 1522.

  • 21 AGI, Justicia 359, N. 2, R. 3, ff. 280-280v, Pedrarias al tesorero y contador, 17 de enero de 1526, y ACP, B-10i, Fernando de Luque, maestrescuela, provisor, a Doña Isabel de Bobadilla, Panamá, 1 de agosto de 1531.

  • 22 AGI, Justicia 293 y 294, f.771, residencias de Francisco de Castañeda y Pedrarias Dávila, 1536.

  • 23 AGI, Justicia 294, f.781, testimonio de Luys de la Roca, pregunta 2

  • 24 AGI, Justicia 294, f.808v, testimonio de Juan Péres de Astorea, pregunta 8.

  • 25 AGI, Justicia 249, f.804, testimonio de Miguel Lucas, pregunta 9.

  • 26 AGI, Justicia 249, f.800, testimonio de Juan de Charres, pregunta 18.

  •  27 AGI, Justicia 249, f.798, testimonio de Mateo Lozano, pregunta 29.

  • 28 AGI, Patronato 26, R. 5, N. 1, Pedrarias al rey Carlos (autógrafo), 20 de abril de 1519.

  • 29 ACP, 147-7, “El descargo que por parte de Pedro Arias a los capítulos de Oviedo”, s.f.c.1527.

  • 30 AGI, Patronato 26, R.5, ff. 167v-170, Alonso de la Puente al rey Fernando, 23 de septiembre de 1515.

  • 31  AGI, Patronato 294, N. 3, Pedrarias Dávila a Gaspar de Espinosa, 20 de julio de 1519.

  • 32 ACP, B-10i, Fernando de Luque, maestrescuela, provisor, a Doña Isabel de Bobadilla, Panamá, 1 de agosto de 1531.

  • 33 Bethany Aram, Leyenda Negra y Leyendas Doradas en la Conquista de América, Marcial Pons 2008, Madrid, p. 251.

  • 34 Fernández de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, op. cit. III p. 216.

  • 35 Charles E. Nowell, “The Discovery of the Pacific: A Suggested Change of Approach”, The Pacific Historical Review, XVI, 1, Febrero de 1947, pp. 1-10.

  • 36 AGI, Panamá 197, R. 1, el licenciado Juan Rodríguez de Alarconcillo al rey Carlos, 7 de junio de 1520

  •  37 AGI, Panamá 233, L. 1, ff. 235-245v, el rey Carlos al duque de Sesa, 20 de febrero de 1524

  • 38 AGI, Panamá 233, L. 2, ff.235v-237, 239-240; AGI, Contratación 5090, li. 8, ff. 14-14v, y ACP, 116-2d, Carlos V a Pedro de los Ríos, Pedrarias Dávila y Juan de Ayala, aposentador mayor, 16 de marzo de 1527.

  • Tomo.N. (2006, 6 de diciembre). *Pedro Arias de Ávila* [Fotografía de estatua]. Wikimedia Commons. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/0/0b/Pedro_Arias_de_Avila.JPG/330px-Pedro_Arias_de_Avila.JPG