Hijo del Juan José Arias – Dávila Matheu, nació en Cádiz en 1812 donde su padre se encontraba sirviendo su plaza de coronel de caballería en el alzamiento contra los franceses, y como diputado en las Cortes que se celebraban en el oratorio de San Felipe Neri de esta capital. Era nieto del barón de Carondelet y sobrino del general Castaños, el héroe de Bailén.
Estudió en el Seminario de nobles, ingresando en la milicia en 1829 y participando activamente en la guerra carlista de 1833 a 1840. Se distinguió en varias acciones de guerra contra los carlista, por las que recibió condecoraciones y medallas distintivas. Ya en 1834, con solo 22 años, el general Espartero, jefe del ejército del Norte acreditó estas actuaciones, proponiéndole para la Cruz Laureada de San Fernando por sus meritorias acciones al frente sus tropas, primero como alférez, luego como capitán y más tarde como comandante.
ACP (PU 114-72): Certificación del Comandante General de la provincia de Vizcaya, Baldomero Espartero, de los distinguidos hechos y servicios prestados por Francisco Javier Arias Dávila en el encuentro de Oñate con los facciosos, y en los días sucesivos (Bilbao, 1 abril 1834).
La Ilustración Española y Americana - Portada Sr. D. Francisco Javier Arias Dávila y Matheu, Conde de Puñonrostro, Presidente del Senado.
El Archivo conserva las certificaciones de otros distinguidos generales del ejército del Norte acreditando el arrojo y valentía mostrados por el entonces marqués de Casasola en la defensa de la causa isabelina. Así, del general Oraa por la acción de Arlabán, o del general Narciso López por la acción de Mendaza. Por su distinguida actuación en la batalla de Mendigorría de 1836, la Reina Regente le otorgó la cruz de distinción conmemorativa de esta batalla. Finalmente, y reconociendo su destacado papel en las varias intervenciones de las que hizo demostración en esta primera guerra carlista, la reina le concedió la cruz laureada de San Fernando de 1ª clase por los méritos contraídos en las batallas de Cervera de Río Pisuerga y Mendaza. Ya terminado el conflicto, y siendo regente Espartero, éste le promovió al empleo de coronel de caballería, con solo 29 años.
Durante estos años, el trato que mantuvo con las autoridades civiles de las provincias en guerra debió ser muy bueno y sus acciones e intervenciones meritorias pues ya en 1836, siendo Serafín Estébanez Calderón gobernador civil de Logroño, mediante un oficio, éste le nombró socio corresponsal de la Sociedad Económica de Amigos del País de la Rioja.
Terminada la guerra carlista y de vuelta en Madrid, no dejaron de suscitarse las ocasiones bélicas en que el marqués de Casasola demostrara su capacidad.
Desatada la revolución en los Estados Pontificios, que se autoproclamaron como república romana en 1848 y obligaron a Pio IX a refugiarse en Gaeta, pidió este ayuda a las potencias católicas europeas. Isabel II contestó favorablemente enviando un cuerpo expedicionario a Italia en auxilio del Papa al mando del general Fernando Fernández de Córdoba. Éste, que ya había tenido bajo su mando a Casasola durante las guerras carlistas, le promovió para el mando de la vanguardia del cuerpo expedicionario. La intervención europea logró restablecer a Pío IX en el solio pontificio. El Papa recompensó sus servicios invistiéndole como caballero de la Orden de Cristo y adscribiéndole a la nobleza de Narni por haber sido él, al frente de la vanguardia española, quien reintegró esta ciudad de la Umbría a los estados pontificios.
ACP (PU 115-12a): Breve de Pío IX otorgando al marqués de Casasola el título de caballero de la Orden militar de Cristo por los servicios prestados mandando la vanguardia del cuerpo expedicionario español (Portici, 17 noviembre 1849).
Ya antes de formar parte de la expedición a Italia, Isabel II le había otorgado el hábito de la Orden de Calatrava y concedido el título de caballero gran cruz de la Orden de Carlos III.
De nuevo en Madrid, siguió su carrera militar, siendo nombrado mariscal de campo en septiembre de 1857, y vocal de la Junta Consultiva de Guerra. Durante estos años compatibilizó sus empleos militares con el ejercicio de la política, como senador por derecho propio y miembro destacado del Partido Moderado, en el que siempre militó. En septiembre de 1864 asciende a teniente general y poco después es nombrado alcalde corregidor de Madrid, cargo en el que permaneció tan solo unos meses pues en enero de 1865 fue designado director general de Artillería y, ya en 1868, director general de los cuerpos de Estado Mayor del Ejército.
Francisco Javier Arias-Dávila Matheu y Carondelet. Imagen - Academia de Artillería de Segovia
Ostentó, como su padre, los cargos palatinos más destacados. Caballerizo mayor en 1854-1855, fue después caballerizo, ballestero y montero mayor (1856-1858) y, finalmente, Mayordomo Mayor, Jefe Superior de Palacio y Administrador General de la Real Casa y Patrimonio en 1866. En el desempeño de este cargo, y con objeto de poner orden en las cuentas y los empleos palaciegos, redacta un Reglamento Interior de la Secretaría general de la Mayordomía Mayor de S. M. aprobado por R.O. de 28 de junio de 1867.
Por la plena satisfacción que obtuvo la reina de sus servicios en todos los cargos que había encomendado al Conde de Puñonrostro, Isabel II le otorgó, finalmente, la distinción más importante que podía dar un monarca español, la Orden del Toisón de Oro.
ACP (PU Y-3): Título de caballero de la Orden del Toisón de Oro (Madrid, 3 julio 1868)
La Revolución de 1868, que expulsó del trono a Isabel II, motivó que el Conde se retirara ese mismo año, aunque siguió con inquietud los avatares políticos que se sucedían, y especialmente el hecho de que la reina y su hijo fueran relegados en las candidaturas que se proponían en el Parlamento y en las cúpulas de los partidos con objeto de designar un Rey para España. Él siempre sería fiel al juramento prestado a la Reina y, por ello, cuando en 1870 fue proclamado Rey por las Cortes Amadeo de Saboya, y desembarcó en Cartagena en diciembre de ese mismo año, el conde se negó a servir de acólito al régimen recién instaurado, distanciándose de la Corte. Es más, habiendo sido requerido por sus superiores militares para prestar juramento de fidelidad a D. Amadeo, D. Francisco Javier se negó a hacerlo, y por ello fue desterrado a Palma de Mallorca, donde fue juzgado por un Consejo de Guerra. La sentencia condenatoria del Consejo de Guerra se hizo efectiva, y el conde fue separado del servicio en el ejército. Enterada por el “Correo de España” de la gallardía con que había defendido sus derechos, Isabel II, desde su exilio de Paris, le agradeció el gesto en una carta muy emotiva en la que le decía que el Príncipe Alfonso había leído la reseña del periódico “con lágrimas en los ojos”.
Tras la Restauración, fue reintegrado en su empleo de teniente general y se le confió de nuevo la Dirección General de Artillería, cargo que desempeñó hasta 1881. También volvió al Senado en 1876 en representación de la provincia de Segovia y poco después como senador por derecho propio. El 16 de mayo de 1884 fue nombrado presidente del Senado. Según nos dice el Diccionario Biográfico Español, en 1879 figuraba en el grupo formado por los partidarios de Martínez Campos para derribar a Cánovas, conocido como “La piña de los generales”, aunque en esta tentativa fue desautorizado por sus correligionarios, a pesar de su condición de presidente de la Junta Directiva del Partido Moderado. Miembro y presidente de la Liga de Contribuyentes de Madrid, estaba casado con Águeda Bernaldo de Quirós y Colón de Larreátegui. Falleció en Madrid el día 2 de febrero de 1890.
ACP (PU F-11): Estampa calcográfica del teniente general Francisco Javier Arias Dávila Matheu, Conde de Puñonrostro, presidente del Senado.