MENDO RODRÍGUEZ DE LEDESMA

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MENDO RODRÍGUEZ DE LEDESMA

Fecha de nacimiento: ??
Fecha de defunción: ??

Corregidor de Málaga Embajada en Bretaña Embajada en Saboya

Natural de Zamora y descendiente del Rey Alfonso XI, como biznieto del primer conde de Alba de Liste, Don Mendo fue uno de los nobles de los que se sirvió Felipe II como diplomáticos en sus proyectos de acción exterior, y en España como gobernadores o corregidores de las grandes ciudades. 

En 1587 fue nombrado D. Mendo corregidor de Málaga y su tierra por plazo de un año. No hay duda de que Felipe II debió mostrarse muy satisfecho de la labor desempeñada por D. Mendo, pues su estancia en Málaga se prolongó tres años, hasta 1590, y poco después le confió la delicada misión de ejercer la embajada en Bretaña durante las guerras de religión en Francia.

ACP (MAENZA B-10a): Real provisión de Felipe II nombrando a D. Mendo Rodríguez de Ledesma corregidor de Málaga y su tierra con los oficios de justicia, jurisdicción civil y criminal, alcaldía y alguacilazgo, por plazo de un año (Aranjuez, 10 de mayo 1587).

A finales del S. XVI Málaga era uno de los puertos más importantes de España en el Mediterráneo y lugar preferente de tratos mercantiles con el norte de África, así como principal puerto de exportación de granos y otras mercaderías como el vino, las pasas, la seda, la cerámica vidriada, los cueros, etc., siendo además el puerto de referencia por donde salían los excedentes agrícolas de los reinos de Granada y Jaén. Ya a principios del S. XVII, el cartógrafo portugués Pedro Teixeira nos dejará una estampa de Málaga como un emporio de actividad y riqueza en el que se podían ver, al menos durante tres meses al año, ochenta o cien navíos de franceses, ingleses, flamencos y de otras naciones del norte que venían a cargar sus productos en la ciudad. Ello se debía en parte a la seguridad de su puerto y a la amplitud de sus muelles. No obstante, cuando D. Mendo comenzó a ejercer su cargo de corregidor, estos muelles aún no se habían construido, pues esa labor fue una de las que Felipe II le encomendó con carácter prioritario, apremiándole para que agilizara las obras necesarias y le diera cuenta de los avances que se produjeran y de las medidas que se tomaban para mantener las obras. Tanto era su interés que cuando D. Mendo tuvo que pasar a Ceuta con 1400 infantes para reforzar las plazas españolas del norte de África, el Rey le mandó en una cédula que dejara como encargado de las obras del muelle a su alcalde mayor para que no se produjera ninguna interrupción. Fue también Felipe II quien encargó la dirección técnica de las obras al ingeniero genovés Fabio Bursoto, que hasta entonces había sido maestro mayor de las obras del puerto de Palermo. 

Una de las actividades del gobierno del rey FelipeII que más desvelos le dio fue la represión del contrabando y el control de las mercancías extranjeras que entraban en el puerto.  Por esas fechas España estaba en guerra con Inglaterra y en consecuencia se había prohibido que se comerciara con este país, pero la norma no se cumplía y la picaresca propiciaba un comercio de contrabando entre los dos países. Son muchas las cédulas de Felipe II a su corregidor recordándole la obligatoriedad de hacer cumplir la prohibición y juzgar y castigar a los contraventores, ya fueran ingleses o españoles, expropiándoles la mercancía. De las causas que fallara D. Mendo por estas actividades no se podría recurrir ante los tribunales ordinarios sino solo ante el Consejo de Guerra. Para favorecer las denuncias, el Rey le recordaba que del valor de la mercancía requisada se harían tres partes, de las cuales una sería para el denunciante, otra para el juez que fallara la causa, y la tercera para la Cámara.

Otra de las misiones que concernían a D. Mendo como corregidor era el asegurar el abastecimiento de las plazas de soberanía en África y asegurar la dotación militar en las mismas. Ya hemos visto como el Rey le ordenó hacer una leva de seis compañías de mil cuatrocientos hombres para reforzar las plazas de Ceuta, Tánger y Orán. Para llevar a cabo esta misión le comisionó como gobernador de Ceuta en el año 1589. Conservamos una patente de capitán de una de las compañías ceutíes de refuerzo, otorgada por D. Mendo en este año como gobernador y capitán general de la plaza.  Ese mismo año ya le había encargado aportar doscientos soldados de la guarnición de Málaga al Adelantado de Castilla, capitán general de las galeras de España, para introducirlos en Ceuta, y le agradecía en otra cédula la prontitud con que había cumplido su encargo. La dotación militar de Málaga debió ser importante pues Teixeira informaba de que “cuando hay rebatos en la costa el corregidor sale con una compañía de caballos de los vecinos y nobles de la ciudad … y suélense juntar tres mil hombres”.

También se le encomendó la misión de vigilar y dar cuenta de la situación de otros puntos de la costa española y africana, de manera especial de aquellos que pertenecían a la corona portuguesa, cuya soberanía correspondía a Felipe II. En mayo de 1589, el rey le informó de la arribada de 124 buques ingleses a la Coruña habiendo desembarcado cuatro mil hombres, y le avisaba para que “esté prevenido por si aparecen por esas costas y para que tome las medidas conducentes a asegurar lo que está a su cargo”.    

El abastecimiento de alimentos, especialmente trigo y cebada, a las plazas africanas fue otra de las cuestiones más abordadas en las cédulas que el Rey enviaba a su corregidor de Málaga, así como el suministro de bastimentos para la Armada, en algunas ocasiones con misiones delicadas, como cuando en enero de 1590 le comunicó que las naves de su Armada estaban faltas de artillería y no se podía proveer a su dotación antes del verano en que debían salir, y por ello había decidido tomar las piezas de los barcos alemanes y franceses que estaban en el puerto de Málaga y otros lugares. No obstante, le pedía que procurase hacerlo con buenos modos, empleando solo el rigor en caso necesario, y pagándoles por ello.

Palacio de los Momos [Zamora]

En 29 de mayo de 1590 Felipe II envió varias cédulas a D. Mendo. En una se daba por enterado del socorro prestado a la plaza de Ceuta y le ordenaba los pagos necesarios a su mantenimiento, agradeciéndole los servicios prestados.  En otra, le daba sus últimas instrucciones sobre el servicio de guerra en Ceuta y Málaga y le comunicaba que ya había nombrado a su sustituto, que se desplazaría a Málaga en breve.

Cumplida su misión en Málaga, el Rey no le dejó descansar por mucho tiempo. No tenemos la provisión de su nombramiento como embajador en Bretaña, pero sí cédulas con instrucciones desde 1593, muchas de ellas en caracteres cifrados para evitar que cayeran en manos del enemigo. Pero antes es preciso trazar un breve apunte de la situación en Bretaña en las fechas en que D. Mendo fue enviado como embajador de Felipe II para poder entender su misión.

Inmersa Francia en las guerras de religión, concretamente en la octava, o Guerra de los tres Enriques, que disputaban los hugonotes, mandados por Enrique de Borbón, contra la Liga Católica, bajo el mando de Enrique de Guisa, Bretaña, que militaba en la Liga Católica, estaba gobernada por Philippe Emmanuel de Vaudemont, Duque de Mercoeur, el Mercurio de los documentos españoles, hermano de la reina Luisa de Lorena, mujer de Enrique III. Aspiraba a mantenerse como Duque de Bretaña, independiente del reino de Francia, apoyado en los derechos de su mujer, María de Luxemburgo. Pero en julio de 1589 Enrique III había revocado el nombramiento de Mercoeur como lugarteniente general de la provincia para dárselo a Enrique de Dombes, primo de Enrique de Borbón; y desde entonces Mercoeur por la Liga y Dombes por el bando hugonote se hacían la guerra sin cuartel.  Mercoeur decidió en ese momento pedir ayuda a Felipe II ofreciéndole la provincia como punto de partida idóneo para una futura invasión de Inglaterra pues, como es sabido, Felipe II no había renunciado a su proyecto de invadir la isla.

Hay que decir que por las fechas en que D. Mendo fue enviado a Bretaña la situación de la Liga era bastante comprometida.  Las ciudades y pueblos de Francia, empobrecidos y cansados de la guerra, estaban dispuestos a pasarse al bando del “Bearnés” a poco que éste les ofreciera unas condiciones de capitulación generosas. Y Enrique IV supo atraerse a la población ofreciéndoles el perdón por todo lo pasado y un futuro mejor. De manera que cuando Ledesma llegó a Nantes, el 1 de mayo de 1591, las deserciones en el campo liguista se prodigaban y el ejército realista, por el contrario, se fortalecía.  Enrique IV había asediado Paris entre abril y septiembre de 1591 y la había tomado, aunque la ciudad era radicalmente católica y se negaba a admitir a un príncipe calvinista. Tras muchas negociaciones y después de haber negociado en Surennes con la Liga y adoptado la confesión católica, Enrique IV fue por fin coronado en Chartres el 27 de febrero de 1594 e hizo su entrada triunfal en Paris el 22 de marzo del mismo año. 

Pese a haber sido coronado, aún se le resistía Bretaña donde la presencia española sostenía a Mercoeur, aunque las relaciones entre este y el maestre de campo Juan del Águila, jefe del contingente español, eran muy malas pues las intenciones de ambos eran dispares y rara vez se ponían de acuerdo. Esta falta de entendimiento haría imposible la conquista del puerto de Brest, principal objetivo de Felipe II con vistas a una nueva jornada contra Inglaterra.

Eran constantes las llamadas de Felipe II a D. Mendo para que intentara poner de acuerdo a ambos caudillos a pesar de la poca confianza que el mismo Rey tenía en los dirigentes bretones. De igual manera le pidió que se asegurase de que el Duque no prestaba oídos a las insinuaciones de su hermana Luisa, viuda de Enrique III, que se había pasado al bando realista. Había además otro motivo para el interés de Felipe II por mantener un trato de privilegio con Bretaña. Asesinado Enrique III, solo quedaba un miembro de la familia Valois que pudiera disputarle el trono a Enrique de Navarra, y era Isabel Clara Eugenia, hija de Isabel de Valois y de Felipe II. Fueron abundantes las instrucciones de Felipe II a sus mandatarios en Francia, no solo a D. Mendo sino también al Duque de Feria y a otros, para que presionaran a fin de que los Estados Generales que habían de reunirse para nombrar sucesor eligieran a su hija como reina de Francia en contra de la candidatura de Enrique de Navarra, cuya confesión calvinista le hacía inaceptable para una buena parte de los franceses. 

ACP (MAENZA B-11a):  Real cédula de Felipe II a D. Mendo dándole instrucciones sobre su misión y en particular para que inste al Duque de Mercoeur a no dar oídos a las insinuaciones del Bearnés. También debe presionar al Duque para que sus delegados en los Estados Generales que van a reunirse rechacen la candidatura de éste y apoyen la de la infanta Isabel Clara Eugenia. Especialmente, le pide que mantenga un trato fluido con Juan del Águila y con el Duque de Feria, jefe de la guarnición en Paris (San Lorenzo, 22 julio 1593).

Muchas son también las cédulas en que celebraba sus contactos con personas prominentes del bando liguista, felicitándole por el acierto con que llevaba las negociaciones con los adeptos, y sus buenos resultados.  A pesar de esta mediación, lo que nunca llegó a conseguir fue la avenencia del Duque con Juan del Águila, causa principal del final poco feliz de la misión en Bretaña, y no por falta de empeño en conseguirla, sino por el odio mutuo que se profesaban estos dos personajes.

Además de las actividades propiamente diplomáticas tuvo nuestro embajador que atender a otras varias misiones que le fueron encomendadas, como la repatriación de los restos mortales de San Vicente Ferrer, que se hallaban en la catedral de Vannes, objeto principal de varias cédulas.

Sin duda Felipe II debió quedar muy satisfecho del celo de D. Mendo en el desempeño de su cometido pues ya en 1593 le hizo caballero de Calatrava y al año siguiente le otorgó la encomienda de Almagro en esa Orden. En el mes de mayo de 1598, y ya firmada la paz de Vervins que dio por finalizado el conflicto entre Francia y España, Felipe II le concedió la encomienda de las casas de Córdoba.

Otros servicios diplomáticos prestó D. Mendo a la Corona española.  Muerto Felipe II y habiéndole sucedido Felipe III, con el valimiento del Duque de Lerma, hacia 1600 fue nombrado embajador en Saboya, país con el que España mantenía relaciones de familia pues Felipe II había casado a su hija Catalina Micaela con Carlos Manuel I, y este estado mantenía una larga guerra con Francia en defensa de su independencia. Aunque carecemos de documentación más concreta sobre esta misión, sí tenemos una real provisión de Felipe III al conde de Fuentes, su gobernador y capitán general de Milán, ordenándole pagar 2000 ducados al año a D. Mendo al que había nombrado su embajador en Saboya (Aceca, 1 mayo 1600).

 

Referencias Bibliográficas